El embalse de Cecebre ha sido construido en 1975 para abastecer a la ciudad de A Coruña en base a un modelo de gestión del agua insuficiente e insostenible. Para ello no se dudó en anegar gran parte de la fraga de Wenceslao Fernández Flores, por el «bien» del progreso humano sin reparar en el daño ambiental y ecológico que produciría.
Lo lamentable es que, cuarenta años después, la conservación del entorno natural del embalse de Cecebre siga siendo una asignatura pendiente. La riqueza de la fauna es cada vez menor, lo cuál es lógico si los márgenes del embalse están llenos de basura, desde botellas de plástico a lavadoras. Todo esto hace difícil que pueda desarrollarse vida en esas aguas de las que beben más de 250.000 personas.
Ante este panorama tan sombrío, quiero quedarme con la magia de un lugar cuya belleza sigue prevaleciendo porque la naturaleza y la propia vida siempre se abren camino.